martes, 28 de febrero de 2012

LOS PINCHES PÁJAROS

LOS PINCHES PÁJAROS. Por: Cheo Breñas.

Ya me tienen harto los pinches pájaros. Parece que escogieron el árbol que le da sombra y protege mi automóvil, para hacer sus reuniones y llevar a cabo sus pláticas. Lo que me encabrona no es que lo hagan ahí; si no, que aprovechen ese momento para formar su cagadero e infestar con su porquería la carrocería de mi carro. Pinches urracas de mierda que no saben más que joder.

Estos pájaros, que no sé todavía cuál es el propósito de sus existencias, los tengo presente casi todo el año; no los veo emigrar como a otras tantas especies que huyen hacia el sur cuando llega el invierno. Desde que me cambié a esta casa he tenido que soportarlos todo el tiempo sin poder deshacerme de ellos, pues no quiero tampoco tener que tirar el árbol que de cierta manera ayuda a mantener fresca la propiedad con su sombra.

¿Por qué habremos siempre de sacrificar algo para conseguir un poco de lo otro? Este desagravio no sólo lo he vivido ahora con estos pajarracos. Durante toda mi vida he tenido que sortear diferentes obstáculos y aceptar una que otra imposición para lograr algún que otro propósito. No es justo que el vecino no logre entender hasta qué punto es inoportuno o fastidioso en su manera de ser y actuar. Sé que es muy difícil vivir en comunidades porque hay ciertas reglas que acatar, pero las mismas sociedades te dan suficientes opciones para que vivas en el lugar que mejor te acomode. ¿Cuántas veces he tenido que sacrificar mi sueño, escuchando las estridentes bocinas de ese vecino desconsiderado que pretende nunca acabar su fiesta? -¿Qué ha pasado con los buenos modales y con el respeto mutuo?- ¿Será que es parte de la vida la molestia?

Siguiendo con mi historia les comentaré que hace algunos días decidí cambiar el carro de lugar y colocarlo lejos del árbol para evitar que me lo siguieran ensuciando estos odiosos pajarracos, sacrificando por supuesto, la sombra y la comodidad de la cercanía. El espacio donde normalmente lo estaciono estaba marcado por todo ese estiércol que arrojan esos infelices, como si fuera un lienzo en blanco con un marcado marco de negros y cafeces. Apartado totalmente del árbol y en lugar abierto, mantuve entonces el carro algunos días y bajé agradablemente mi termómetro del coraje, al notar que no llegaban hasta allá sus cagadas; claro que ahora recibe en forma directa los rayos del sol y cuando lo necesito tengo que refrescarlo antes de subirme.  Lo curioso, y que llamó sobremanera mi atención fue; que poco a poco desapareció del pavimento la marca obscura que dejara el cagadero de estos desagradables plumíferos, como si pareciera que les fascinara hacer sus necesidades exactamente sobre el techo y la carrocería de mi impecable automóvil. De aquella cantidad excesiva de “caca”, pronto no quedó ni la sombra, increíblemente cambiaron de punto de reunión y se fueron a hacer su cagadero a otra parte. ¿Será que los creadores de las caricaturas “Las Urracas parlanchinas, Tuco y Tico”, tenían razón al juzgarlas como unas aves jodedoras que se la pasan haciendo travesuras? ¿O será que la tienen cogida conmigo?

No sé por qué será que también hay gentes así, (como estos pájaros). Parece como si gozaran con el mal que te hacen y pretendieran no darse cuenta de nada. -Si ves que tu mierda está entorpeciendo de alguna forma a tu vecino… ¡coño!, tírala para otro lado y no seas tan hijo de puta-. Es el capricho ese que tienen algunos de hacerse notar, cuando sobran formas de hacerlo sin molestar a nadie. ¿Por qué has de parar tu dichoso automóvil en la entrada de mi estacionamiento (aunque sea por un “momentito”), si sabes que puedo necesitar entrar o salir? ¿Por qué has de permitir que el amigo que viene a visitarte lo haga, si sabes que es a ti a quien voy reclamar? Y después resulta que si tengo que molestarte para que muevas el automóvil, pretendas que debo pedírtelo de favor o darte las gracias por hacerlo. A eso le llaman educación. ¿Es que no es posible que tengamos un poco de respeto por lo ajeno?

La semana pasada, y por recomendación de un amigo me fui a comprar un búho, o lechuza, como quiera que le llamen, (en México le dicen tecolote), pues según él, ahuyenta a los plumíferos con su presencia. $27.00 dólares tuve que pagar por la figurita de plástico del mencionado animalito.

Con una escalera (que también tuve que comprar) me introduje entre las ramas del mencionado árbol y aseguré con clavos y un pedazo de alambre la estatuilla, con tan mala suerte que perdí el equilibrio y fui a dar al traste contra el pavimento fracturándome una pierna; no quieran saber lo que me costó la intervención en el hospital. DEBIERAN INVENTAR UNA BOMBA QUE EXTERMINARA A ESTAS ODIOSAS CRIATURAS.

Al final, y para beneplácito de este servidor, el buhito resultó efectivo; los pinches pájaros cambiaron de árbol y con ellos se llevaron mi impaciencia y mal humor, y aunque tuve que estar algunas semanas convaleciente por mi caída, me alegré infinitamente del resultado. Me temo que existimos demasiadas criaturas en este planeta, ¿será que no habrá otro donde puedan hacer vida ciertas especies?

En fin… que aunque decreció  el infame torbellino de cagadas que tan atormentado me tenía, no fue una definitiva y total solución; hace poco me subí de nuevo al árbol para comprobar que mi estatuilla estuviera aun segura, y encontré para mi infortunio, que los pinches pájaros también me habían cagado al búho. ¡Qué horror!

jueves, 19 de enero de 2012

ADÁN Y EVA. (Monólogo)


ADÁN Y EVA. (Monólogo).
Por: Cheo Breñas.

A continuación les quiero exponer alguno de los pasajes más importantes de la Biblia y los invito a RAZONAR CONMIGO SIN FANATISMO. No es mi intención ofender a nadie, cada cual es dueño de hacer con su vida lo que mejor le plazca y aceptar la ideología que más le convenga o guste; por eso, y porque tengo el mismo derecho a razonar que ustedes, aprovecho este espacio, para hacer mi propio análisis, -con el cerebro "que supuestamente" Dios me dio- intentando por supuesto… convencerles,  de la misma manera que ustedes lo tratan de hacer conmigo.

Comencemos por ADÁN Y EVA, donde se supone nace la creación y donde ese Dios (que es todo amor) a conciencia -y para mi punto de vista-, cometió su primer crimen.

Resulta… (Según la Biblia), que Dios creó a Adán a su imagen y semejanza con un poco de arcilla, -¡vaya talento de escultor!- Todo muy bien moldeado, (supongo que habrá utilizado un gran espejo), facciones, miembros y hasta el pelo rubio, -pues la raza dominante ha preferido que así sea ya que para ellos todo lo que es negro es sinónimo de maldad y desprecio-. Y yo me pregunto ¿Cómo le hizo las venas?… los vasos sanguíneos, los tendones, los glóbulos blancos, los rojos y toda esa mezcla de componentes que hace crecer y moverse al cuerpo humano? -¿También los hizo con arcilla? ¿Y en una semana…?- -¡No jodan!- Supongo que el mismo trabajo pasó con los animales, pues estos, los de sangre caliente, gozan casi del mismo sistema generativo que el nuestro, eso sin contar a las ladillas, las cucarachas, los mosquitos y toda una infinidad de animalejos que conviven con nosotros en este mundo. ¿Acaso esos no los creó Dios? ¿Acaso no son también hijos del señor como nosotros? Entonces… ¿Porqué los consideramos plagas y asesinamos tan deliberadamente? Porque no mentiría si digo, que yo he visto a connotados religiosos perseguir y aplastar a una cucaracha nada más que porque le dan asco, además de regar venenos para deshacerse de los ratones y algún que otro insecto molesto. ¡Qué tal he!, -no que mucho amor-. Y no insistan con el cuento de que son plagas que nos manda el Diablo, porque esa es otra historia que no es asimilable para mí. Además, si estos animales no los creó Dios, como lograron colarse en nuestro mundo. Será que ellos si tienen la facultad de auto-regenerarse por medio de las células y nosotros no. ¿Qué raro que resultando tan inteligentes como somos, tuvimos que esperar a que nos formaran de un poco de polvo.

Después sigue… que Dios, al ver a Adán tan solito, decidió procurarle una compañía y extrayéndole una costilla (debió haber dolido) creó a Eva, vaya manera de ahorrarse tiempo y que infantil. (¿Estaría quizás, ya fastidiado de haber trabajado “tanto” tiempo en su caprichito, y pensó que era más fácil usar la magia?). “Aunque a decir verdad, la Eva le quedó más bonita”. Ahora pienso; Si Dios es único y todo poderoso, por qué pensó que a Adán le hacía falta compañía si a él no se le conoce pareja. Esto me hace razonar entre otras cosas que (y según este libro) la mujer fue creada única y exclusivamente para satisfacer las necesidades del hombre y que no estaba además, en la mente del creador cuando este se decidió a formar el mundo, -es decir que esa mujer que tantas biblias vende y que tanto promueve la “palabra de Dios, jamás fue considerada por el señor en sus planes; (como decimos en Cuba fue algo así como “un piojo pegado”-. Lo increíble es que hoy existen más vírgenes que santos y que son más, los seguidores de estas deidades que los del señor mismo; no obstante de que es mayor el número de mujeres que va a la iglesia que el de hombres. ¿Cómo se les ocurre adorar a quien jamás las quiso?

Razonemos esto:
¿Le habrá dado lástima a Dios el ver a Adán tan solito, o será que lo vio muy feliz y le dio envidia? Imagínense a Adán como dueño y señor de este mundo; sin temor a ser gobernado, desplazado, marginado o traicionado por alguien más. Sin tener la preocupación de que su mujer lo abandone o engañe con algún elefante o animal prehistórico y sin tener además que dar cuentas a nadie de sus actos, ni apurarse para llegar temprano a casa temiendo una regañada. Otra cosa… para qué le hizo el pene cuando lo fabricó, si no tenía donde acomodarlo; el colmo es que los que siguen su palabra sancionan la masturbación como un pecado sin detenerse a razonar esta historia.

Ahora… según estos escritos, a la culminación de esta gran obra, Dios advirtió a la pareja no tomar las manzanas del árbol de la sabiduría (malintencionada tentación ¿no?). ¿Por qué… si no quería que los chicos adquirieran ningún conocimiento, fue a poner justo delante de sus narices aquel delicioso pastel de chocolate? Será que su cerebro no fue capaz de dilucidar que aquellos inocentes jóvenes no tenían la más mínima experiencia de lo que les acontecía, egresados caprichosamente de la nada y con deseos quien sabe y de descubrir nuevas cosas, era más que justo que desobedecieran su orden. (¿O se trató de alguna bromita?, si fuera así, ¡Vaya manera de divertirse!) Además; según mi análisis, el que verdaderamente “tentó” a estos muchachos no fue el Diablo como nos quieren hacer creer, fue Él, ubicando allí…, (exactamente allí), este conflictivo árbol del conocimiento, cuando habrían tal vez, otros tantos que no eran tan peligrosos y que podrían haber llenado la curiosidad de tan distinguidos huéspedes. Otro dato muy curioso es que dándole Dios a estos chicos la facultad de comer del “árbol de la vida”, prefirieron comer del de la “sabiduría”; esto demuestra la inteligencia innata de estos muchachos y la decisión natural a no ser esclavos de nadie, ni siquiera de Él, su creador.

¿Y por qué esta prohibición? ¿Acaso no quería un mundo perfecto? ¿Por qué entonces negar el conocimiento a los nuevos pobladores? ¡Ah, ya se!, lo que quería eran siervos, esclavos que respondieran con un –Yes Sr.- a su orden, sin discutir nada.

Después… y para “ponerle la tapa al pomo”, cuando descubre la desobediencia de estos inocentes, monta en cólera y los castiga con tanta severidad que su enojo ha llegado a nuestros días. ¿Dónde está el amor y la candidez de este señor que se muestra tan tierno y tan pasivo, tan cariñoso y elocuente, perdonador de todos los errores y arrepentimientos? ¿Dónde está su don de benefactor? ¿Cómo puede pedirme entonces a mí que sea bueno y que reparta amor, si su primera lección fue de venganza e intransigencia, de enojo y malcriadez? Era tan difícil otorgar un perdón a la inocencia en su primera falta. O será que su cerebro ya había lucubrado este final para llevar a cabo su macabro juego.

Además… Si Supuestamente Dios nos hizo a su semejanza como dice la Biblia, esto pudiera querer decir que Él… también tiene estómago. Se han detenido a pensar alguna vez de que se alimenta el señor allá “en los cielos” (pues según hemos averiguado hasta este momento gracias a nuestros científicos) en el espacio sólo hay piedras. ¿Sería una locura pensar que tal vez se alimente de nuestros espíritus? Que seamos su fuente de alimentación porque para eso nos creó. Pues según la Biblia, cuando nos heredó el mundo su primera recomendación fue: “creceos y multiplicaos” ¿Y para qué querría que creciéramos y nos multiplicáramos, si se supone que estaba bien enojado y arrepentido de su creación, cuando se enteró que Adán y Eva le habían faltado.

Y si de fantasear se trata, yo pudiera deducir de esta historia, que Dios nos creó como animales de cría para su alimentación. Quien quita y en sus horas de comida utilice un enorme popote, absorbente, (o pajita, como decimos los cubanos) para succionar las almas o espíritus que abandonan (según dicen) a nuestros cuerpos al morir.

Concluyo; ¿En verdad crees que estas historias tan ficticias se refieran al verdadero alumbramiento de nuestro mundo? ¿Si se te ocurriera utilizar el cerebro “que Dios te dio” y razonaras sin fanatismo lo que este libro dice, seguirías pensando que es su palabra y su historia? ¿Y seguirías además creyendo que así fuimos creados? Porque si nuestro origen tiene como base esta mentira, la respuesta lógica a este cuento sería que no existimos.

El derecho a ejercer tus derechos” no es una exigencia propia de la vida mundana, es algo mayor que nosotros mismos y la complicidad en una falta te hace parte del ella. No te dejes utilizar más por estos oradores de la mentira y rescata a tus hijos de esta farsa que nubla sus cerebros; entiende que estamos en el siglo XXI y que somos nada en esta cosa llena de universos.

sábado, 17 de septiembre de 2011

EL ESPACIO




EL ESPACIO. (Cuento) –Yo contra una araña.
Por: Cheo Breñas.

Yo tenía un rinconcito en el portal trasero de mi casa, donde acostumbraba sentarme después de la última comida, a deleitar un cigarrillo, leer el periódico, o escribir alguna cosa. En este rincón, al que llamaba muy orgullosos “mi espacio”, pasaba las últimas horas de la tarde pensando y escribiendo alguna experiencia pasada, o razonando un poco sobre el acontecer del día a día en la agradable compañía del silencio.

Me gustaba este lugarcito porque me protegía del aire, y del polvo que se arremolinaba con la caída de las tardes frescas que abundaban por aquellos lares. Era una esquinita acogedora que no interrumpía para nada el paso a nadie y estaba fuera de la vista de mis entonces vecinos. Allí tenía un viejo taburete (silla de madera de fuertes y gruesos palos, que usa como fondo y espaldar un tenso y estirado cuero, generalmente extraído de la piel del chivo), que me permitía recostarme en la pared con seguridad y disfrutar de un merecido descanso mientras completaba las horas, que cada día me brindaba la existencia.

En una ocasión noté que una pequeña, y muy silenciosa arañita de patas largas, había tendido en la parte baja de “mí esquinita”, su conocida y bien estructurada red de caza. La observé por unos instantes, pero como no entorpecía para nada mi estadía, la dejé hacer su labor de subsistencia mientras yo me entremetía en la sección de noticias de “El Informador”, único medio escrito que se editara en mi pueblito.

Al parecer… mi nueva compañera contaba con muy buena suerte en la caza ya que a diario observaba su trampa llena de “bichitos”, que supuse serían parte de su dieta alimenticia. -Yo soy de ese tipo de personas que cree fielmente en la existencia y que acepta que todo ser viviente en este mundo (incluyendo los insectos), tengan tanto derecho a la vida como nosotros lo humanos-. Entiendo que somos muchos y que el espacio con que contamos se hace cada vez más pequeño por la afluencia constante de nuevos seres que llegan, tanto del producto de la gestación como del exterior mismo, que nos invade cada año con minúsculos insectos imperceptibles a nuestra visión y que pululan en el aire que respiramos. Lo único que no he entendido nunca es; el porqué para subsistir nos tengamos que comer unos otros.

Una tarde, al sentarme como de costumbre en mi viejo taburete, sentí que mi piel hacía contacto con la ya bastante extendida tela de la araña, que ventajosamente ocupaba más de la tercera parte de mi espacio. Esa pegajosa secreción que tiene ese tejido que ellas hacen, crea en mí una sensación bastante repulsiva y desagradable que deja en mi subconsciente, la duda de que el animal haya quedado adherido a mi cuerpo; cosa que no me hace mucha gracia y me irrita sobremanera.

Al sentir aquello salté enojado, y de un tirón jalé el taburete frotándome los brazos y la espalda para deshacerme de aquella indeseable y repugnante malla. Fue entonces que descubrí lo mucho que se había extendido esta silenciosa amiguita en su afán de expandir su territorio. -De hecho las arañas no están incluidas entre los animales de mi predilección ya que siento cierta fobia hacia ellas-, pero aún así, y respetando el espacio que le pueda pertenecer como ser viviente que es, sacudí con precaución los restos de su melosa ingeniería en mi taburete, y limpié lo que consideré excedente de su ocupado territorio en la pared. Con mucha paciencia y con la convicción de que no me entendería, y que tal vez estaba excediéndome un poco al conversarle, traté de explicarle hasta que punto podía yo compartir mi propiedad con ella; que no me oponía a su subsistencia, pero que no me importunara porque estaba violando mis derechos y mi privacidad.

El espacio es la primera causa de los problemas y las guerras que existen en este mundo. Todos pretendemos ser merecedores del más mínimo pedazo, pero jamás nos conformamos con el que nos toca. Se supone que baste con el necesario para llevar nuestras vidas, aunque para ello tengamos que sacrificar un poco de comodidad y sosiego. -Es un problema grande-, es el “yoísmo” en toda su plenitud y el motivo permanente de los enfrentamientos entre todos los seres que habitamos este planeta, pues… mientras más espacio tenemos, más queremos; y lo curioso es, que lo queremos exactamente donde más difícil es conseguirlo. Cuanta tierra se desperdicia al abandono en lugares propicios para la sobrevivencia que nadie quiere, y cuantas ciudades superpobladas existen donde se acumulan las más inverosímiles necesidades. Todos queremos estar juntos, pero a la vez separados por ridículas cercas que definan lo que es de cada cual, excediéndose algunos por avaricia y prepotencia, los limitados márgenes de lo que pueden ocupar.

Pero siguiendo con lo de mi vecina “La Araña”, les cuento que al día siguiente tuve la precaución de asegurarme que las cosas estuvieran en el orden que yo las había dejado, antes de proceder a sentarme y continuar con mi cotidianidad, confirmando de cierta manera que se respetaran las reglas dictadas y acordadas por mí, como dueño y señor de aquel pequeño espacio.

No había pasado una semana cuando para mi asombro, volví a detectar la intención de mi ya impertinente y desconsiderada vecina, tratando de agrandar de nueva cuenta su territorio y faltando al acuerdo de respeto mutuo preconcebido días antes. Ya un poco fuera de mis cabales, grité algunos improperios y procedí de mala manera con una escoba, a destruir toda aquella madeja que le servía de trampa y madriguera. -No es posible que no podamos convivir cada uno en su espacio. ¿Porqué no habremos de conformarnos con lo necesario que nos brinda la vida? ¿Quién te dijo a ti pequeña cosa insolente, que el mundo es todo tuyo y que puedes expandirte por todo él, arrinconando a tus congéneres al mínimo de sus derechos?-

Fue casi una hora de histeria lo que me causó el incidente, y para alguien como yo que padece de la presión y que me considero además hipertenso, fue un momento bastante excitante, que logré relajar gracias a la facultad que tengo de estabilizarme y razonar cuando me enojo.

Después de un rato y ya más calmado, me llegó el momento del arrepentimiento y la reflexión. Sentí pena de la araña y me reprendí por haber sido tan cruel y grosero con el animalito, que finalmente no tiene la culpa de su condición analfabeta. Posiblemente en su pequeño cerebrito (si es que lo tiene) no está presente la intención de compartir y respetar el espacio de su prójimo, como normalmente pasa en la mayoría de los seres humanos, que enfrascados en la avaricia y acumulación de poder y de riquezas, se olvidan de los derechos de los demás a poseer un insignificante pedazo de espacio, donde sobrevivir tranquilamente el tiempo que han de estar en este mundo. Entonces saqué un plumón y marqué una línea a un pie del suelo, “para señalarle a mi no muy estimada”, pero aceptada vecina si volvía, que sin ningún problema, allí podía tender de nuevo su red y edificar su madriguera.

Los siguientes días fueron de pesar, la arañita no aparecía por ninguna parte y yo ya comenzaba a extrañarla. Se me ocurrió pensar que quizás podría haberla matado con la escoba o que habría huido despavorida y muerta de miedo ante mi entonces estado de peligrosidad. De cualquier manera ya no había retroceso a lo hecho, y en silencio (evitando que alguien me oyera hablando sólo) le pedí disculpas.

Cómo al quinto día pude percatarme que ya empezaba a dar vestigios de vida mi pequeña vecina (¿o quizás era otra?), bueno... como fuere, allí estaba de nuevo y eso me dio mucho gusto. Algo temerosa, pero con la necesidad implícita que tenemos todos los seres de alimentarnos, comenzó a tender de nueva cuenta su trampa y yo me hice de la vista gorda para que se sintiera en confianza –Sólo no te excedas- me dije para mis adentros esperando pudiera leer mi mente.

Como ya estaba acordado, ese fin de semana mi esposa y yo nos fuimos a pasarlo en la playa con el resto de la familia. El clima estaba lo bastante caliente como para negarle al cuerpo un chapuzón en las cálidas aguas del Caribe y nos tomamos este merecido descanso entre pachangas y rones.

De regreso venía ilusionado, habían sucedido tantas cosas en esos tres días, que traía la cabeza llena de historias para contar. Hacía tiempo que no me divertía tanto. Llegando a casa tomé un baño para liberar un poco el cuerpo del salitre y con el entusiasmo que tenemos “nosotros los escritores” cuando maduramos una buena idea, tomé lápiz y papel y salí en busca de mi rinconcito para dar rienda suelta a todo aquello que traía en la mente.

No se imaginan el coraje que experimenté al encontrar de nuevo MI RINCÓN, ESE PEQUEÑO PEDAZO QUE ERA MÍO, invadido por la asquerosa red de esa odiosa y mal agradecida vecina, que con el mayor de los descaros, extendió sus tentáculos indiscriminadamente por todo mi espacio, violando de nueva cuenta nuestro acuerdo.

De una patada hice volar el taburete y con toda la ira que me invadía, patee una y otra vez toda aquella construcción pegajosa mientras vociferaba enormes palabrotas que jamás pensé salieran de mi boca.

-¿Qué te habrás creído odioso animalejo de mierda, que puedes ocupar deliberadamente todos los espacios de este mundo por tus cojones sin que nadie te frene? No amiguita, aquí mando yo y por si no lo sabes asquerosa alimaña, este es mi rincón y esta es mi casa, y es mía porque antes fue de mis abuelos y estos, se la dejaron a mi padre que al morir me la dejó a mí, y yo se la pienso dejar a mis hijos para que nunca les falte un techo. ¿Qué te hizo pensar repugnante bicharraco, que podías desplazarme así como así y “con la pata en la cintura que no tienes”, acaparando todo mi espacio con tu desagradable madeja llena de perversión y malos instintos, que envuelve sin necesidad a cuanto animalito inocente cae tontamente entre tus redes? Ya tocaste el fondo araña idiota, ahora vas a saber de qué estoy hecho.

Y cómo “alma que lleva el diablo” salí de mi casa rumbo a la ferretería, ante los asombrados ojos de mi mujer y mis hijos que no lograban entender lo que allí pasaba. Necesitaba alejar a aquel maldito bicho de mi propiedad a toda costa y nada mejor que una buena fumigación para acabarlo. Compré todos los insecticidas que encontré y de regreso rocié todo aquel lugar hasta que se agotaron los envases y mis fuerzas.

Esa noche tuve taquicardia, No podía creer que una estúpida araña me enfrentara tan gallardamente y en mi espacio.
Demás está decirles que tuvo que pasar una semana para que desapareciera aquel penetrante olor que dejaran todos aquellos insecticidas que mezclé.

Mi espacio, ese pequeño rinconcito de la casa, era lo que más disfrutaba al final del día y desde ese entonces me preocupé de tenerlo siempre bien fumigado y limpio.
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Déjenme contarles además; que aquella casa y aquel rinconcito que tanto le discutí en aquella ocasión a la araña, me fue arrebatada años después, cuando unos señores españoles presentaron ante el tribunal un título de propiedad que los acreditaba como los verdaderos dueños del inmueble.

En realidad la casa le fue entregada a mi abuelo a finales de la guerra, por su desempeño como Oficial "Mambí" (soldado del ejército insurreccional cubano, que enfrentara a España a finales del siglo XIX en la lucha por liberar a Cuba), y de los que huyeron entonces los legítimos dueños, (abuelos de los que en ese momento reclamaban su legitimidad), para ponerse a salvo en su España natal.

El asunto terminó en que fuimos desalojados de aquel espacio que nos vio nacer y crecer a tres generaciones de nuestra familia, sin el más mínimo derecho a reclamación. Nos mudamos a La Habana y conseguimos entonces comprar un departamento en la barriada de San Miguel del Padrón, donde pudimos terminar de criar, mi mujer y yo, a nuestros pequeños hijos. Pero esta vez si me preocupé en obtener el Título de Propiedad con todo y los planos, para evitar “según la ley”, que nos volviera a suceder lo mismo en un futuro.

Y como "la gran rueda" de que habló alguna vez Goethe en sus razonamientos, un par de años después triunfó la revolución gestada por Fidel Castro, y en el primer vuelco fueron a dar al traste los nuevos dueños de mi antigua casa, que fueron privados de todos sus derechos y obligados a regresar a su país de origen por ser aliados del anterior gobierno; dejando en manos de un Comandante barbudo todo aquello que una vez fue mío, y que me arrebataron quien sabe y con qué artimañas legales aquellos galleguitos encopetados.

En fin, que viendo el giro que daba aquella “dis-que” revolución del pueblo enfocando su rumbo hacia al comunismo, tuvimos que abandonar -sin obtener nada a cambio-, aquel departamento que “según la ley”, sería mío por el resto de mi vida y la de toda mi descendencia, para hacer vida en un país extranjero que viviera en democracia, y donde de cierta manera se respetaran nuestros derechos.

Hoy vivo en Los Estados Unidos y he enseñado a mis hijos a valorar lo mucho o poco que tienen mientras les dure, a comprender que nada es eterno y que lo que crees es hoy tuyo, mañana puedes perderlo de la manera más simple, o porque el gobierno caiga en manos impropias cediendo su dirección a un sistema como el de "Fidel Castro", o porque a un cabrón abogado, en contubernio con algún corrupto banquero, le interese lo que tienes y te lo quite. Y que aunque este país sería el último en ser invadido por los comunistas, no está exento.

SUPONGAMOS.


SUPONGAMOS.  (Monólogo)
Por: Cheo Breñas.

Se han preguntado alguna vez porqué miramos siempre al cielo buscando respuestas… ¿o quizás ayuda?  ¿Por qué le rezamos a alguien que supuestamente está allí y le pedimos que nos perdone y lleve con Él al Paraíso? ¿Acaso existe realmente Dios?

Pensando en este hecho y (con todo el derecho que tengo a hacer mis propias conjeturas), quiero exponer mi “muy personal y humilde análisis” sobre cómo, -según yo-, pudo haber surgido la vida humana en este mundo.
A estas alturas de nuestro desarrollo (y no gracias a las religiones, que con su poder y su miedo impuesto a la desobediencia y la rebeldía nos estancaron durante siglos), podemos aceptar sin duda alguna, que existen otros sistemas fuera de nuestra galaxia, que… y hasta quizás, gocen de un conocimiento fuera de nuestra capacidad de entendimiento.
¿Por qué tenemos entonces que seguir creyendo versiones no fundamentadas de nuestra existencia? si ya sabemos que todo cuanto se mueve en este mundo está manipulado (incluyendo el saber) y dirigido por alguien. Y no me refiero por supuesto a algún Dios o eminencia con poderes sobrenaturales; me refiero a hombres como tú o como yo, que aprovechados del poder y nuestra la ignorancia, nos subyugan con sus descabelladas historias de la existencia de lo que no podemos comprobar.
Espero no herir con mi reflexión, los sentimientos de algunos fanáticos religiosos.

NUEVA TEORÍA DE LA EXISTENCIA: (según yo)

Imaginemos que hace millones de millones de años, en un sistema solar (de una galaxia del muy… muy… muy lejano), llamada tal vez “PARAISO”, hubo y quizás aun existen, tres planetas perfectos y altamente desarrollados (y no quisiera aventurarme más allá de tres), que giran en la misma órbita alrededor de un sol, como nosotros; con una increíble tecnología de punta y un sistema de gobierno soñado. Imaginemos también que estos tres planetas gozan del mismo medio de oxigenación que el nuestro y que están poblados por seres humanos; con la diferencia de que en uno de ellos viven personas de piel blanca, en otro de piel negra y en el tercero de piel amarilla con los ojos rajados. Mundos vecinos que tienen respetuosos acuerdos y que viven en perfecta armonía.

A mí siempre me ha llamado la atención el que los negros vengan de África, los blancos de Europa y los chinos de Asia; ya que según… Adán y Eva (que curiosamente dicen eran blancos y rubios), fueron los iniciadores de esta humanidad. Entonces me he preguntado… ¿de dónde carajos salió tanta diversidad de razas y colores?- Hay algunas citas científicas que achacan esto a la pigmentación de acuerdo al clima o al medio, pero los blancos han vivido en África desde tiempos remotos y no conozco de ninguno que haya cambiado el color ni las facciones. Lo mismo ha pasado con los negros que han hecho su vida en los países nórdicos y todavía, que yo sepa, no se han convertido a rubios. Creo que alguien por ahí ha estado diciendo alguna mentirilla.

Siguiendo con mi historia quisiera suponer que los habitantes de estos tres mundos, gracias a su increíble desarrollo aeronáutico, pueden desplazarse en todo el universo sin ningún problema y a velocidades “años luz” que ni soñamos. Que al dar, (en algún paseo de reconocimiento o turístico tal vez) “una vueltecita” por nuestro sistema solar, descubren la existencia de este planeta; donde por una de esas casualidades encuentran oxígeno y un ambiente parecido al que conocen, pero totalmente carente de vida humana.

Digamos también, que por alguna razón (propia de los seres humanos), en esos tres mundos o planetas de que hablo, donde el desarrollo al parecer casi ha logrado una perfecta armonía, existe un cierto grupo de personas que está en desacuerdo con el sistema imperante y pretende cambiar la política existente, poniendo en peligro la estabilidad de la convivencia; bien sea por inconformidad de tipo ideológica, política o religiosa, delincuencial o por lucha de clases. Y que la dirigencia se está viendo en la necesidad de extirpar cuanto antes esta dolencia y no sabe cómo, ya que en mundos con estas características que imagino, no puede existir ni la pena de muerte, ni las cárceles.

Imaginemos ahora que la noticia del descubrimiento del hoy planeta nuestro, obliga a sentarse a la mesa de discusiones a los representantes de cada uno de estos tres mundos, para discutir el futuro de este nuevo hallazgo. -Supongo que hubo muchas ponencias para decidir al respecto; que si podrían ubicar aquí una base de datos, un centro turístico o una fábrica de condones,- en fin… que pasaron varios días desechando una que otra propuesta hasta llegar a un acuerdo coherente y unánime. USARÍAN ESTE PLANETA PARA UBICAR A LOS INADAPTADOS. Es decir, a aquellas personas que estaban en desacuerdo con el sistema y que por derecho necesitaban de un espacio para llevar a cabo un nuevo gobierno que respondiera a sus exigencias, pues, en vista de que preferirían otro tipo de vida donde se les permitiera hacer todo lo que se les pegara la gana, que mejor que regalarles un mundo nuevo para ellos solitos.

El presidente o mandatario del mundo de los blancos (que bien pudo haberse llamado Dios, Alá o Jehová), decidió ubicar a sus revoltosos en lo que hoy es Europa, dada la similitud de este país con su propio planeta, para que no sintieran diferencia alguna. El mandatario del mundo de los negros (que también pudo haber ostentado un nombre como Olofin u Olordumare) tomando en cuenta que su planeta era algo caliente, prefirió la parte de África, para que así sus congéneres se sintieran como en casa. Y el de los amarillos (que sin ninguna duda pudo llamarse Buda o Shangdi-Shangdi), prefirió la parte que corresponde al Asia por la similitud con su hemisferio y donde pudieran sus inadaptados sembrar arroz y vivir de la pesca.

Y así… con el dolor de sus almas, los ejércitos de estas naciones recogieron a los inconformes con todo y sus familias, los subieron a sus imponentes naves espaciales y los trasladaron y depositaron en lo que sería su nuevo hogar “La Tierra”. Y con esas palabras de aliento que afloran de los labios de los hombres buenos, les dijeron: -Ahí tened un mundo sólo para ustedes, “creceos y multiplicaos” ¡y cuidadlo eh!, porque de acuerdo al presente que se labren hoy, será el futuro que tendréis mañana. - “Creo que se me fue la mano en la filosofía”-. “Más os digo yo”, que no sería una sorpresa que los dos primeros desterrados se llamaran Adán y Eva.

Imagino a mis “recontra-tatara-tatara-tatara-abuelos” cuando se vieron abandonados a su suerte en este mundo lleno de depredadores. Quien sabe cuánto lloraron y patalearon para que no los dejaran aquí, pero la decisión ya estaba tomada y sin apelaciones, ya que estaba en juego el futuro de sus naciones y no lo iban a sacrificar por un pequeño grupo de inadaptados.

Lo real es que después de algunos años sólo se hizo presente la esperanza. Por eso pienso en esto como razón para que escudriñemos el cielo con tanto interés, pues nuestros antecesores soñaban con que un día fueran perdonados y regresaran por ellos para llevarlos nuevamente al PARAÍSO. Desde entonces, sólo hemos sido unos llorones que nos la pasamos añorando aquello que perdimos por insensatos.

En fin… que posiblemente seamos el desperdicio de una sociedad con valores que pretendía uniformar las clases para equilibrar la supervivencia. Hoy vivimos bajo las botas de los herederos de aquella humanidad inconforme, que hasta la historia nos han cambiado para alimentar sus egos y fortunas. Propio de una sociedad malvada que no se detiene en sus conquistas, abarcando innecesarios poderes que no podrán llegar jamás, más allá del tiempo de una vida.

También es posible que esos “ovnis” avistados, no sean otra cosa que naves de reconocimiento que están al pendiente de nuestro desenvolvimiento. Pequeños laboratorios científicos que miden cada paso que damos y que supongo estén horrorizados con lo que hacemos. Ilusos han de ser los que todavía piensan que merecemos algún perdón.

No hay nada más allá de los cielos, que no sean piedras, estrellas y planetas. Dejemos ya de rogar perdones y abramos los ojos, que a quien en verdad debemos agradecer nuestra existencia es a esta tierra que nos cobija, nos alimenta y al final nos recibe en sus entrañas cuando morimos. Es sin lugar a dudas a ella a quien debes alabar, pero sobre todo cuidar para que nunca nos falte lo necesario para vivir. ¿No se te ha ocurrido nunca que en lugar de adorar a una fría imagen, podrías dirigir tus rezos a una “bolita del mundo”?  -Se los dejo de tarea.

I N D E P E N D E J E N C I A.


I N D E P E N D E J E N C I A. (Monólogo).
Por: Cheo Breñas.

Son muchas las historias que hablan sobre las independencias y sobrados los relatos que resaltan la valentía y disposición de algunos hombres. -Pero como yo soy algo escéptico en cuanto a eso de creer-, aquí les hago llegar una pequeña “historietita” de una realidad, que como todas las verdades, siempre se pierden en las esencias de las más elaboradas biografías.

RECONTRA-ESCRIBIENDO OTRA HISTORIA.

Resulta que un pequeño “reyecillo”, avaro e insaciable, (de esos que vivieron colgados de una parte del mundo, pensando que la tierra era un plato sostenido por 4 elefantes), descubrió otro país en algún lugar de este enorme globo, y como a “ochorrocientasmil” millas de su imperio. Y sin importarle quien vivía allí y que derechos tenían estas personas sobre ese lugar, envió todo su ejército a adueñarse y conquistarlo por la fuerza.

Los pobladores de esta tierra, que vamos a llamarle ACIREMA; viéndose invadidos por estos extraños extranjeros enfundados en raros trajes con corazas de metal, hicieron toda la resistencia que pudieron con sus arcos y flechas, para impedir que los despojaran de lo que se sentían dueños; pereciendo al final ante la inminente ventaja de los invasores, que mejor preparados y con mayor poderío militar, no tardaron en saborear la indiscutida victoria.

Ya controlada la situación, nuestro monarca se entera que en aquel sitio habían enormes riquezas y una excelente conformación para proyectar una nueva colonia que pudiera engrandecer su reino. Rápidamente convocó a todos sus ministros para informarles de lo acontecido y sin esperar ningún acuerdo o votación, (porque jamás lo necesitó, “pues el jefe aunque sea un pendejo, siempre es el jefe”), decidió escoger a sus más allegados colaboradores para ponerlos al frente de esta nueva adquisición y enviarlos sin dilación a ACIREMA.

Lo que parecía un pequeño pedazo de tierra pronto se fue haciendo inabarcable y nuestro rey, con toda esa astucia que lo distinguía como hombre de negocios, "decidió hacerse el buena gente” y ofreció a su pueblo, (ese mismo pueblo al que mantenía oprimido y viviendo en la más cruel de las miserias), un mejor futuro en este nuevo mundo. –Ahí tenéis- dijo -una tierra virgen para que hagáis “por un módico impuesto que pagaréis a vuestro rey en agradecimiento”, una nueva vida-. Al principio hubo desconfianza entre los pobladores ya que viniendo de semejante soberano era para pensarse; pero al final y sopesando lo que pudieran perder, comenzaron a llenarse los barcos de gente con mucha esperanza. -¡Conquistemos a ACIREMA y hagamos de esta tierra un gran país!, ¡Viva el Rey! Y como buenos y obedientes esclavos, partieron amontonados en sendos barcos rumbo a la tierra prometida.

La inmigración crecía con tanta rapidez que hizo falta conformar una estructura de gobierno para disciplinar a toda aquella gente. El Rey nombró Virrey al más fiel de sus lacayos y lo mandó al frente de lo que ya se perfilaba como una gran colonia. Éste, al asumir el cargo agrupó a sus colegas antes enviados, (que fungían entonces como gobernadores de los distintos pedazos de tierra ya repartidos) y fundó un congreso que respondiera a las exigencias de su soberano.

Demás está decir que el tiempo pasaba aceleradamente y con ello se crecían las familias de los nuevos pobladores, que utilizando sus pocos momentos de descanso y no habiendo un “canal” (perdón), una televisión decente que ver, le daban rienda suelta al despelote, dedicándose por entero a la producción de bebes. Al cabo, ya contaba el nuevo país con tres generaciones de familias bien definidas con todo y pedigrí, dando por sentado la existencia de nuevos naturales o criollos que comenzaban en susurros, a cuestionar la gobernabilidad extranjera.

Pero no obstante todas estas desavenencias e inconformidades, hasta aquí todo parecía ir bien, aunque aquel prometido futuro que nuestro soberano regaló a su pueblo se hacía cada vez más inalcanzable. Los impuestos eran estratosféricos y la ilusión comenzaba a esfumarse entre los sueños. No faltó quien se adentrara en la espesura y desapareciera como por arte de magia, buscando tal vez un nuevo futuro en lo intangible. Los ánimos empezaban a caldearse y la represión se hizo presente imponiendo los más brutales escarmientos. Estaban atravesando un gran conflicto de etnias.

Entonces se necesitó de una reunión urgente del congreso para tratar de resolver esta inesperada situación e hicieron su aparición las tediosas reuniones del grupo gobernante y con ellas, las sabrosas copas de vino tinto que venían muy bien al crudo invierno. Había que hacer algo ¿pero qué?, nadie tenía la menor idea de cómo manejar a la plebe en un caso como este.

Entre discusiones y subidos comentarios empezó a surgir algo que hasta ese momento era un desafío (EL CRITERIO) y sobre todo las nuevas ideas liberales que sólo son posibles en las mentes de aquellos que se sienten con derechos. Estos debates, que por supuesto jamás existieron en la corte del Rey, hoy se discutían abiertamente entre estos “pichones de traidores”, que alejados de la temible y sentenciosa mirada de su amo, comenzaban a fraguar su primer golpe de estado, pues tenían el poder y también… (aunque usted no lo crea); al pueblo, que dado los últimos acontecimientos, era fácil aprovecharse en su desencanto. El grupo se fraccionaba y con ello se abrían paso las tendencias partidistas. Aquellos fieles servidores de un reino solidificado en los tiempos, comenzaba a dar señales de insubordinación.

Las calculadas y premeditadas promesas, expresadas en extensos discursos patrióticos pronunciados por estos leguleyos y las palmadas de ánimo en las espaldas sudadas de aquellos granjeros (inconformes sobre todo por los altos impuestos que tenían que pagar a la corona), lograron conformar un pequeño ejército de campesinos, dirigido pues, por algún que otro militar de alto rango, en desacuerdo con los procedimientos de su rey o conmovidos tal vez, por esas ideas de izquierda que calan los huesos y afloran los sentimientos patrióticos que de alguna manera llevamos dentro.

No sé porqué y esto me ha llamado siempre la atención. Nada es más prometedor para un político que compartir con las masas desafortunadas fingiendo familiaridad. Y lo inexplicable es, que una buena parte de esta gente siente ese afecto como una prueba de confiabilidad hacia ese rufián. He conocido a personas que se emocionan cuando un político, un artista o cualquier famoso o poderoso le estrecha la mano; incluso hay quienes no acicalan esa parte del cuerpo que fue tocada o rosada por alguna de estas importantes personas, por temor a perder su esencia.

Con escaso armamento y utilizando en el mayor de los casos los propios instrumentos de labranza, dio sus primeros pasos lo que más adelante se convertiría en una encarnizada guerra independentista, de la que el único propósito era, apropiarse de una tierra extranjera a la cual no se tenía el más mínimo de los derechos.

Tuvieron que pasar algunos años (y también montones de muertos, que por supuesto puso el pueblo) para que se vislumbrara algún final a este descabellado plan “patriótico”. Lo curioso es… que aún en y sobre el fragor de las batallas, los jefes seguían siendo los de la clase alta; los mismos encopetados gordinflones de peluquines y zapatos de charol, que dando seguimiento a la herencia que dejan los puestos y las posiciones en casi todos los gobiernos del mundo, mantenían con orgullo el patriotismo y la terquedad sobre los derechos del suelo.

Los del frente (me refiero por supuesto al frente de batalla), también seguían siendo los mismos, aunque ahora se les llamase “soldados del gran Ejército Libertador” –Que manera de engañar y utilizar a la pobre gente-. Pues, mientras los de arriba decidían sobre el siguiente paso a dar en este macabro juego de la guerra, sentados en sus confortables butacones de piel con impecable aseo y vestuario, saboreando además sus exquisitas y acostumbradas copas de vino tinto; los jodidos soldados se fregaban ante el ruido de los combates con la misma ropa y sudor del mes anterior. ¡Qué ironía!

Y como en casi todas las guerras, al fin llegó el triunfo, que sin lugar a dudas fue para los del patio, pues raras veces logran ganar las batallas los de afuera, cuando se lucha con coraje y valentía por una causa justa; de no ser que existan intenciones de permuta o asentamiento vitalicio.

Aquello fue apoteósico, la euforia invadía cada corazón y cada milímetro de aire que pudiera circundar aquel enorme y lacerado país. ¡Ganamos!. ¡Que viva la libertad! ¡Somos libres! ¡Abajo el Rey! ¡Cooñooooooo! -Bueno, en un momento así uno grita lo que salte a la emoción, ¿o no?- Los interminables abrazos y las incontenibles lágrimas, eran prueba irrefutable de la felicidad que invadía a aquellos seres, que con gran valor y un indiscutible amor a aquella tierra que llamaban patria, se sentían dichosos de su triunfo. Ya no serían gobernados por ningún rey extranjero; ahora podían darse el lujo de tener su propio rey, un rey nacional… bueno… un rey al fin y al cabo.

Y fueron felices para siempre…

¡Hey!, ¡hey!.. Que aún no termino.
Lo que no sabían estos infelices inocentes, es que las libertades son un mito. Un sueño que jamás tendrían, porque los pueblos están destinados a ser esclavos de algún cabrón soberano con ansias de poder. Que podrán pasarse toda la vida luchando para derrocar muchos monarcas; pero que siempre habrá un amo para el que tendrán que trabajar. Y que se lograrán progresos, porque algo han de dejar los sacrificios, pero al final tendrán que entender, que la vaselina se inventó para que no doliera. Y el que no exista un rey que blanda el látigo, no quiere decir que hayamos logrado nada; seguiremos obedeciendo leyes impuestas por los que mandan y que rayarán siempre en favor de estos, para su beneplácito y complacencia.

Al final, con excepción de algún que otro destacado jefe militar que brillara durante la contienda, los honores quedaron en manos de aquellos mismos gordinflones con peluquines y zapatos de charol, que daban órdenes desde aquellos confortables butacones importados, enfundados en sus lujosos y almidonados trajes de finas y elegantes telas. Los mártires también quedaron relegados en el fondo de algún libro de historia, adornado irónicamente en su portada, con el retrato al óleo de alguno de esos engreídos gordinflones con peluquines y zapatos de charol.

Y esos mismos granjeros que lucharon por quitarse de encima, aquellos exagerados impuestos que pagaban entonces a un despiadado monarca que los explotaba; en su futuro próximo siguiente sólo pagarían una fracción bastante pequeña de su salario a quienes de todas maneras habrían de gobernarlos. Aunque… pagarían también esa pequeña fracción cuando compraran o vendieran y pagarían otra vez esa pequeña fracción por lo que ahorraran, por lo que tuvieran, por lo que invirtieran, por…, por… y por… que quien sabe y sumándolo, al final habrían doblado lo que pagaban entonces a aquel maldito y despiadado reyecillo.

La diferencia está en que antes, todo el mundo sabía quién era el “hijoeputa” que los explotaba. Hoy (y aclaro que sigo hablando de la historia ficticia de este cuento), están repartidos los cargos entre tantos señorones respetables, que no lograrán jamás ponerse de acuerdo en a quien culpar. -“Porque si usted se pone a pensar en la cantidad de políticos que existen y la cantidad de gente que se mueve junto a ellos, (viviendo de nuestro sudor), no le alcanzaría la visión para contarlos”. Todos los días se ha de inventar en ese inalcanzable estrado desde donde nos gobiernan, un cargo nuevo donde algún parásito hace nido a costa de nuestros impuestos. Y sinceramente, entonces se trabajaba para enriquecer a una sola persona, que con su inmenso poder y ejército los doblegaba. Hoy tienen que mantener a toda una bola de cabrones, que viven y se nutren de lo que produce el pueblo, mientras fingen ser parte de este. Maldito sea ese cristal oscuro que nubla nuestras visiones y no nos atrevemos a romper.

Un dato curioso que no podía faltar en esta historia es; que aquellos criollos que renunciaban en ese entonces a ser descendiente de aquel reino por considerarse “ACIREMANOS”, hoy se sienten orgullosos de su estirpe y pelean con pasión su procedencia. En Cuba por ejemplo, hay en este momento gente que está discutiendo la nacionalidad española por considerarse descendientes directos de una doceava generación de gallegos emigrantes de aquellos tiempos, ya que pretenden con ello el sueño de adquirir una visa de ese país, para abandonar el infierno en el que viven ahora.

En fin, que las guerras no son otra cosa que el capricho y la avaricia de un pequeño grupo de insaciables señoritos, que enfrascados en hacer crecer sus fortunas y demostrar cuan fuertes son, enfrentan a los pueblos como fichas de un tablero de ajedrez inoculando en sus corazones, el amor a una patria que no existe. Las guerras definitivamente, las peleamos nosotros defendiendo los intereses de esos poderosos y no para liberar esa paradójica PATRIA inventada, con toda la malsana intención de comprometernos. ¡Ah!... y los muertos, esos también los ponemos nosotros.

“Y os digo yo hijos míos que fueron creados en este cuento para razonar esta inquietud que me invade. (Yo… que vivo en un mundo real donde tuvimos una historia más o menos parecida a la vuestra, aunque no con tantos matices); que no vale la pena ningún tipo de lucha donde esté por medio el honor, cuando este está manipulado por la intención de otros”.

EL VIEJO Y EL “MAL”


EL VIEJO Y EL “MAL”
Por: Cheo “Jemingüey” Breñas.

Erase que se era la historia de un viejo cagalitroso que le encantaba el mar (perdón, EL MAL). Y que el destino puso en sus garras una pequeña isla de gente buena y tranquila que desbordaba de alegrías y libertades que jamás otros tuvieron, con garantías de supervivencias mucho mayores que sus iguales.

Emocionado con la adquisición de tan importante pieza, desestimó la ayuda de sus colegas de siempre y se apoderó del usufructo cercando con una gran muralla, lo que consideró su espacio y su conquista. Entonces comenzó a sentirse como aquel triunfador de un torneo que se enferma de grandeza “hinchándose, hinchándose e hinchándose tanto de gloria” que terminó apartándose de la comunidad con el convencimiento propio de ser omnipotente y único, y poder además hacer todo a su capricho y antojo.

Viejo lobo de mar y conocedor de las especies marinas (perdón, humanas), pronto se dio cuenta de que podía sacar un mayor provecho de aquella suerte si lograba engañar a la presa con su verborrea, prometiéndole cuanto se le ocurriera, aunque no fuera creíble. Porque al fin que no le importaba lo que pudiera sufrir el espécimen, cuando su propósito tenía para él un sentido más personal y una intención más duradera que la propia vida, LA GRANDEZA.

“Apirañado” de aquel gran trofeo y sin saber qué hacer con él (porque en realidad le importaba más la fama y los premios “Nobeles” que la presa en sí), comenzó a sacrificar con saña y alevosía cada pedazo de lo que consideraba “su propiedad” sin el menor de los escrúpulos.

Al correrse “la bola” (es decir, el comentario) de que a cambio de la fama y la grandeza, aquel viejo idiota se despojaba fácilmente de las riquezas que su presa desbordaba, se llenó de tiburones (entiéndase terroristas, guerrilleros y mafiosos del comercio y la política internacional) buscando apoyo y sobre todo “dinero” para sostener increíbles e inexistentes ejércitos del terror, con promesas de gobiernos subyugados en el futuro, a los caprichos e ideas del susodicho viejo loco; personajes por demás, ávidos de riquezas, que vieron en el estúpido viejo una gran posibilidad de obtener todo lo que necesitaban para lograr labrarse un futuro sin mucho esfuerzo.

Así pasó el tiempo y lo que fue una gran isla llena de riquezas y alegrías, pronto se convirtió en un recuerdo esquelético de un mal tramado plan personal, lleno de engreimiento y egolatría que no tenía la menor posibilidad de sobrevivir ni de avanzar. Y lo que en un inicio fue un presente colmado de abundancia, con el tiempo traspasó las líneas del futuro sin saberlo (porque se perpetuó en ese presente) sin haber logrado más que los propósitos de la mal llamada alma de su hipócrita dirigente. Así, cuando ya no hubo nada que ofrecer, el decrépito viejo alucinante, culpó de su fracaso a aquellos que Él mismo aisló, acusándolos de tenerlo “bloqueado” en sus planes de estabilización y desarrollo.

Entonces, cuando el desquiciado veterano notó que empezaba a quedarse sin recursos para alimentar a todas aquellas pirañas que lo adoraban y engrandecían, concibió otro macabro e irrespetuoso plan para crear fondos que le permitieran seguir manteniendo a sus aduladores. Y decidió entonces abrir las puertas de su comercio a todo aquel extranjero que quisiera invertir en “su propiedad”, dando carta abierta a cualquier tipo de mercado. Razón por la cual no tardaron en aparecer incautos que pensaron podían “bailar en casa del trompo” y comenzaron a importar a la isla todo lo que como negociantes manejaban, incluyendo grandiosas cuentas comerciales. Estos nuevos inversores, olvidando los consejos de quienes habían sido ya robados y estafados por este viejo sabandija, se lanzaron a la aventura de acaparar un nuevo y virgen mercado con el propósito de sacar lo que ellos pensaban era un suculento provecho. Lo que no sabían era del alcance de la hipocresía y la maldad de aquel adefesio andante, que cuando sintió era el momento oportuno, intervino todas las riquezas de aquellos ilusos mercaderes y se quedó con todas las posesiones y dineros de estos pícaros estúpidos. Y los robó, y los robó, y los robó y los sigue robando porque no le enseñaron jamás a respetar la propiedad ajena.

Y entre promesas y sacrificios exigidos por la imposición, el viejo de mierda logró mantenerse por toda su eternidad, pues quienes nacen con la gracia de ser creídos, serán sin lugar a dudas el emblema de los ignorantes y de los imbéciles, que jamás comprenderán en sus cerebros vacíos el daño que infringieron a los suyos con su servilismo y cobardía.

Al final, aquella gran isla que se consideraba afortunada de sentirse la mayor, más saludable y respetada de su especie, termino enferma y desahuciada por tantos sacrificios en vano proyectados en las locas ideas de aquel engendro del mal. Por ahí se cuenta que un día despertó de aquel sueño inútil y con las pocas fuerzas que le quedaban, gritó su dolor.
Pero qué pena… nadie la escuchó.

¡MALDITA SOCIEDAD!


¡MALDITA SOCIEDAD! (cuento).
Por: Cheo Breñas.

Mi amigo Alejandro de la Fuente siempre fue un chico muy inteligente. Recuerdo como me molestaba el no poder aventajarlo (sobre todo en Matemáticas) con los resultados de nuestras calificaciones cuando cursábamos la preparatoria.

Después el tiempo quiso que nos distanciáramos y cada cual tomó su rumbo entrando a la Universidad. A pesar de que nunca volví a ver a Alejandro, sabía de su suerte, pues teníamos amigos en común y nuestras familias mantuvieron siempre muy buenas relaciones.

Cuando su padre murió le dejó una pequeña fortuna y unos terrenos en las afueras de la ciudad; que Alejandro supo aprovechar dada la buena percepción que tenía para los negocios, para montar una pequeña Fábrica de Condones.

Al principio, según me contó un amigo, Alejandro personalmente venía a la ciudad por sus trabajadores y los traía de regreso al terminar cada jornada. Pronto tuvo que hacerse de una pequeña compañía de transporte, para asegurar la asistencia de sus empleados ya que la fábrica crecía a pasos agigantados.

Con el devenir de los años y viendo el progreso acelerado de su compañía, Alejandro decidió habilitar una parte de sus terrenos para fabricar pequeños condominios, que financió personalmente a todos sus empleados por un precio módico y unos pagos bien accesibles. Era obvio que necesitaba tener cerca a su gente para poder asegurar la producción.

En poco tiempo el lugar se convirtió en un pequeño pueblo y comenzaron a afluir comerciantes de todas partes trayendo consigo, diversas tiendas departamentales que fueron enriqueciendo la comunidad con sus enormes y bellos almacenes. Todo el mundo quería negociar con Alejandro y las proposiciones llovían con características de diluvio. Alex estaba feliz de haber contribuido a formar lo que ahora se perfilaba como una gran ciudad y siguió engrandeciendo su emporio con los dividendos que recibía a cambio. Impulsó la educación y construyó escuelas para que los hijos de sus trabajadores pudieran prepararse para el futuro.

Todo el mundo lo adoraba. “Don Alejandro” era un dios para todos los pobladores del lugar, quienes le manifestaban abiertamente su agradecimiento.

Pero el tiempo fue pasando y con él girando esa enorme y gran rueda de que habló alguna vez, el gran poeta y científico alemán Johann Wolfgang Von Goethe.

Los empleos entonces sobraban y la inmigración se fue haciendo cada vez mayor. Tanto en la fábrica como en los nuevos negocios se prescindía de mano de obra y la necesidad obligó a los empresarios a difundir la noticia para atraer gentes con necesidad de trabajar.

ENTONCES COMENZARON LOS PROBLEMAS:
Primero fue el Estado, que basado en su poder y sus leyes, exigió una representación física en la naciente ciudad, donde pudiera poner una oficina para recaudar sus impuestos. ¿Cómo la ven?... Esto trajo consecuencias para los fondos que Alejandro destinaba a la ciudad, viéndose obligado a hacer recortes en el presupuesto. Después se abrieron paso los políticos y con ellos todos los ministerios gubernamentales. Ya hubo necesidad de construir hospitales y algunas clínicas para dar atención a los ciudadanos, así como de un cuerpo de bomberos y una policía “diz-que” para garantizar el orden y proteger a la ciudadanía.

A esto le siguieron los problemas internos propios de la clase trabajadora… -Que si los sueldos eran muy bajos, que si la distribución de las ganancias no era equitativa, que si existían algunas concesiones para cierto grupo, que si esto… que si aquello… que si lo otro… en fin… se empezó a escuchar “la voz del proletariado”, que por supuesto trajo la aparición y conformación de los ya conocidos SINDICATOS; esas agrupaciones (“sin fines de lucro”) que pululan en todo el mundo dirigidas por un tipo de “proletariado clase A” que termina viviendo en sendas mansiones, conduciendo caros automóviles y usando sus entonces aviones privados para trasladarse por todo el hemisferio. Organización que nació de entre los trabajadores y que jamás volvió a poner las manos en la sucia maquinaria de alguna fábrica.

Pero aún así; Alejandro manejó esta situación con maestría y salió airoso, ya que de cierta manera el negocio seguía siendo productivo.

Hasta que un buen día fue visitado por tres inspectores del Ministerio de Salud y su estabilidad se sintió resquebrajada al extremo de la preocupación. Un crecido grupo de personas se quejaba del humo que despedían las chimeneas de su fábrica y algunos niños habían tenido que ser hospitalizados por falta de oxígeno. Tenía 23 demandas millonarias por contaminación y una acusación directa de la fiscalía por daños a la salud. ¿Qué les parece?

Y allí… en las afueras del juzgado; de ese juzgado construido en sus terrenos y con los impuestos de su dinero, Alejandro se retorcía de dolor, al escuchar los gritos y consignas que vociferaba en su contra, aquella multitud que en su momento, él mismo ayudó a salir adelante ofreciéndole un trabajo decoroso.

Después de varios juicios y apelaciones, la fábrica fue cerrada por el gobierno y Alejandro tuvo que pagar una cuantiosa suma de dinero a sus demandantes e indemnizar a sus trabajadores, no obstante de lo que le sacaron los abogados, los hospitales y las clínicas involucrados.

¿Porque hemos siempre de morder la mano que nos alimenta? No todos los ricos son necesariamente unos ladrones, algunos… lo son menos.

Somos una plaga que todo lo destruye, somos un “todos contra todos” que vamos siempre más allá de lo que podemos y necesitamos. Somos la insolencia intolerable de las decisiones sin fundamento en contra de la buena fe. “Somos, en fin… una aberración de todas las existencias”.
¿Alguna duda?